A la famosa frase de Descartes, “Pienso, luego existo,” yo le agregaría, “pienso y me muevo, luego existo.” Todos nos movemos, tanto por fuera como por dentro, hasta los parapléjicos se mueven. Hay fuentes que dicen que nuestros ojos se mueven tres veces en un segundo. Los trillones de células que nos componen están en constante movimiento. El universo está hecho de átomos, y los átomos siempre están en movimiento. Así que sí, cómo puedo pensar, existo, pero cómo estoy hecha de átomos y estos están siempre en movimiento, también me muevo, y por ende, existo.
Llevo dos meses haciendo Feldenkrais una vez a la semana y así he logrado estar más consciente de la conexión del cuerpo, la mente y el todo. ¿Qué es Feldenkrais? No es una pregunta que responderán todos igual, pero yo he llegado a consolidarlo en que es una práctica de meditación a través del movimiento utilizando los movimientos de cuando éramos bebes y la vida aún no nos pasaba y nos desordenaba las posturas y nuestro ser. Cada clase de Feldenkrais consta de un ATM (Toma de Conciencia a través del Movimiento, por sus siglas en inglés, Awareness Through Movement), la profesora te guía para que hagas ciertos movimientos, a veces imperceptibles, y estés consciente de los procesos que suceden mientras lo haces. No es un deporte, es una práctica. Al final de cada clase caminamos y luego nos juntamos a hacer un debriefing. En cada caminata podemos absorber lo que fue la clase y en el debrief compartir experiencias y entender lo que hicimos.
En una de las clases trabajamos con los pies, entrelazando los dedos, sintiendo como estos se conectan con los huesos del pie y sintiendo el movimiento hasta en las piernas. Luego presionando los pies contra el piso y sintiendo la vibración que dejan en el cuerpo. En la caminata del final fui consciente de cómo apoyaba mis pies en el piso, cómo apoyo el talón de un pie primero y los dedos lo siguen y después el talón del otro pie, y los otros dedos lo siguen. Algo que hago todos los días y nunca había notado el proceso. Los pies son mi locomoción, cómo lo es un auto, que está estudiado y el mecánico sabe para que es cada objeto que lo compone, pero los pies, ¿quién tiene idea de cada proceso que llevan a cabo?. Esa clase fue muy funcional, y la idea clave que me dejó fue dejar de pensar en el objetivo y solo estar en el proceso, en la vida y en el ATM para así estar en el presente, “lo importante es el viaje”. Esa idea me sirve tanto en la clase cómo en la vida. Esa es la magia de la práctica, que lo que hacemos parece imperceptible, pero se puede extrapolar a la existencia. Feldenkrais te concientiza de lo mundano y lo espiritual.
Viví un año en la calle Treskowstraße y caminaba todos los días por ella. La Barbarita, mamá de mi hermana, artista, practicante y profesora de Feldenkrais llevaba un tiempo formándose en la práctica y siempre me contaba de sus vivencias en la formación y del método. No fue hasta un día en que me contó con detalles de qué se trataba Feldenkrais, y la vi hacer movimientos conscientes antes de dormir, que se metió en mi cabeza el nombre. Volví a caminar por mi calle como todos los otros días, y me di cuenta de que, ahí mismo, por dónde caminaba siempre había un estudio de Feldenkrais, la práctica de la que tanto me había hablado la Barbarita. Caminaba todos los días por una calle en la que no sabía lo que había hasta que un día cómo el nombre estaba en mi cabeza me di cuenta de que había un estudio frente a mis narices. Y es que cuando uno les pone nombre a las cosas o tiene awareness de que existen, o está en modo de observación y mindfulness, es capaz de verlas. Y así es Feldenkrais, con la Barbarita guiándote vas observando los procesos que ocurren dentro tuyo que no sabías que existían, pero que están.
Las memorias están en el cuerpo, y con ciertos movimientos empiezan a despertar. Es como auto terapia porque te ayuda a darte cuenta de lo que te está pasando o te ha pasado, y te da el espacio para vivir en la memoria sin darle significación solo aceptando todo lo que fue y es.
Mi mamá siempre me ha dicho que el único que siempre estará conmigo es mi cuerpo, así que hay que cuidarlo. Con Feldenkrais he logrado conectarme más con mi cuerpo a través del movimiento y los pensamientos, que van de la mano.
Por si eso no es suficiente, Feldenkrais me ha ayudado en cosas concretas. Mi postura favorita en el Yoga siempre ha sido savasana, la postura final en la que uno se acuesta y se relaja. Pero un día dejé de disfrutarla porque me dolía la espalda al acostarme. Sufría por que no podía disfrutarla. Desde que empecé Feldenkrais me dejó de molestar, y encontré el movimiento que necesito hacer si empiezo a sentir cualquier dolor en la espalda para evitarlo. Amo subir el cerro, pero después de no caminar en tanto tiempo por la cuarentena, después de dos subidas terminé coja. Es que bajar el cerro es muy pesado, las rodillas aguantan hasta 10 veces tu peso bajando, así que no es tan sorprendente. Hoy salí a caminar con consciencia total cómo al final de la clase que mencioné y por primera vez en 3 semanas me dejó de doler la rodilla.
"Sufría por que no podía disfrutarla" la técnica de meditación que busca erradicar el sufrimiento de nuestras vidas y ser ecúanime tanto con el placer y el dolor, se llama Vipassana, el objeto que se utiliza es la respiración y las sensaciones del cuerpo creadas por el contacto de mente/materia. Es simple y poderosa.