Escribo y comparto esto sin omitir detalles porque por mucho tiempo me sentí muy sola e incomprendida. Sentía que nadie entendía por lo que estaba pasando, que muchos me veían como ‘la hippie que no quiere usar pastillas para curarse de algo que ni entiendo porque le importa’, y que ninguno de mis esfuerzos me estaba sanando.
No hay nada que me haya ayudado y está ayudando más que sentirme vista, conociendo experiencias de mujeres que han pasado o están pasando por algo similar. Este es mi viaje con la Amenorrea Hipotalámica, una condición que afecta mi vida de maneras que jamás imaginé.
Tengo miedo y estoy llena de dudas; muchos días me siento impotente. Desde hace un tiempo, esta sensación persiste en el fondo de mi mente.
Padezco un desorden invisible y silencioso, ignorado y que muchos desestiman (yo también lo hacía).
Tengo amenorrea hipotalámica - amenorrea es no menstruar por más de 3 meses y hipotalámica hace referencia a que el origen de esto está en el hipotálamo - desde hace al menos 1 año y 8 meses.
Hace dos semanas supe que tengo osteopenia; mis huesos tienen la densidad de una mujer post-menopáusica. Común en mujeres que no menstrúan por largos periodos de tiempo o post-menopausia por la baja de estrógeno, una hormona con muchas funciones, entre ellas producir la ovulación y proteger la salud de nuestros huesos.
Cuando recién empecé a preocuparme por la amenorrea, mucha gente me decía ‘y, ¿qué te importa?’ ‘¡qué suerte no menstruar!’ ‘es normal no menstruar, a muchas mujeres les pasa’ ‘¡Qué suerte! No te tienes que preocupar de quedar embarazada’.
Estos comentarios reflejan la falta de educación menstrual que ha existido (al menos en mi experiencia, aunque, por suerte, está cambiando). En vez de enseñarnos a conocer, cuidar y honrar nuestro ciclo se nos educa (al menos en mi caso) para no mancharnos, para no quedar embarazadas, para rechazar nuestra menstruación, no quererla, avergonzarnos de ella,...... ¿Qué se te enseñó a ti sobre la menstruación? ¡Cuéntame en los comentarios!!
Nuestro ciclo menstrual es en realidad un regalo que tenemos las mujeres que nos da una guía clara de cómo estamos, cómo está nuestro ciclaje. Tal como en la naturaleza hay estaciones que son esenciales para el funcionamiento de todo - día y noche, luz y oscuridad, invierno, primavera, verano, otoño - en nosotras hay cuatro fases - menstrual, folicular (preovulatoria), ovulatoria, lútea (pre-menstrual) - que son esenciales para el funcionamiento óptimo de nuestro cuerpo. Gracias a los ciclos, la vida genera condiciones para la vida. Sin ciclos, nos estancamos y se detiene la rueda que hace que la vida gire.
La menstruación nos da una indicación clara de nuestra salud. Menstruar cada mes está directamente ligado con la salud de nuestros huesos, nuestro sistema cardiovascular, nervioso, nuestro metabolismo, y hasta nuestros pensamientos y mente; literalmente está ligada con toda parte nuestra. Si conocemos nuestro ciclo podemos trabajar con las energías disponibles en cada fase, en vez de abusar de nosotras mismas y forzarnos a estar en un perpetuo estado ovulatorio de salir al mundo y estar en el constante hacer como alaba e incentiva nuestra sociedad. Conocer nuestro ciclo es como tener un bonus que nos avisa cómo estamos por dentro. No menstruar (a edades en que deberíamos) también es información: algo en nosotras está estancado.
Por muchas razones viví mis primeros sangrados pensando que era algo que tenía que ocultar. Que no podía llegar y decirle a cualquiera que estaba menstruando. Que si estaba en un lugar público como en clase o en un avión y necesitaba una toallita antes de ir al baño, la tenía que sacar a escondidas, sin que nadie me viera. Me llamaba la atención que cuando sacaba una toallita en clase, una voz en mí decía, ‘que nadie te vea, no es buena educación, es algo privado, es desubicado si te ven’.
Se me traspasó que la menstruación es una lata, un inconveniente, que cuando la tienes no puedes usar bikini ni te puedes bañar a menos que te pongas un tampón, que tienes que estar todo el tiempo pendiente a ver si no te manchaste, que antes de que te llegue cada mes tienes PMS, “síndrome premenstrual” que ‘te hace ser pesada, sensible y loca’. Tengo grabados comentarios hasta del estilo ‘no puedo esperar a la menopausia para ya no sangrar más.’
Conseguir el diagnóstico de Amenorrea Hipotalámica (HA por sus siglas en inglés) fue MUY difícil. Y, aún, hasta el día de hoy, ocasionalmente entro en la duda de si efectivamente es (unicorn syndrome le dicen a esto, común en mujeres que lo padecen, muchas creemos que justo nuestro caso es insolucionable o algo más que no hemos descubierto y somos la excepción, el unicornio).
HA se diagnostica por exclusión. Si no es por a, b o c motivos entonces se considera HA. a, b, o c siendo generalmente:
Síndrome de ovarios poliquísticos (SOP) - lo que muchos ginecólogos te dirán que tienes, por negligencia, sin asegurarse de que lo sea. Si te dan este diagnóstico solo por una eco, ¡por favor dúdalo!
Problemas tiroideos
Niveles altos de prolactina (que podrían sugerir tumor pituitario)
Baja reserva ovárica - cada mujer nace con un cierto número de óvulos, hay veces que este número es muy bajo y puede ser la razón detrás de una amenorrea
Efectos de dejar las pastillas anticonceptivas - a veces puede retrasar la reaparición de la menstruación, pero entiendo que si es más de 2-3 meses hay que investigar por qué.
Dejé de tomar anticonceptivos en enero del 2022. Para mi sorpresa, un mes después tenía un sangrado, aunque, era poco. En mi época de no saber nada de salud hormonal (y que ni me importara porque ‘era muy complicado y mejor se lo dejaba a los doctores’), para mí, si había sangre, era menstruación. Hoy con todo lo que he aprendido, sé que si solo estoy manchando, sin un flujo más abundante, es probable que no hubo ovulación. Y sin ovulación, no es menstruación. Pero, desde febrero hasta octubre 2022 sangraba una vez al mes por 3 días y eso me dejaba tranquila.
Empecé a tomar anticonceptivos a los 17 años como solución de la ginecóloga más avalada y conocida de la época a mis sangrados irregulares (esta historia merece un capítulo de mi podcast, así que, se viene). Dejé las pastillas como dos veces en los 7 años que las tomé, y en los periodos sin, no menstruaba. Por eso, el sangrado post anticonceptivos, aunque fuera mínimo, me sorprendía y hacía pensar que se había solucionado mi menstruación irregular y por fin podía dejar de tener una pequeña incertidumbre (que intentaba ignorar) de porqué no me llegaba.
En mayo del 2022 me fui a Berlín, un viaje que sería por 3 meses y terminó durando 11 meses, tiempo en el que estuve en India y el Sudeste Asiático. Mi segundo mes en India, en octubre, sangré por última vez.
En retrospectiva, ¿qué había cambiado?
Del 2020-2022 disfruté de una tranquilidad con mi imagen corporal y alrededor de la comida que desde mi adolescencia no había tenido (otro rabbit hole al que me iré en otra ocasión). Mi segundo mes en India volví a tener intranquilidad con esos temas. Esto pasó después de conocer a un hombre y dejarme de lado por un tiempo (por no salir de la ilusión y la historia que me creaba de él).
Entre que estaba de viaje y me dejé de lado, empecé a comer más por probar y por ansiosa, y ahí entré en un circulo vicioso antiguo y muy familiar para mí, el de preocuparme por subir de peso y calcular cómo bajar de peso comiendo menos y moviéndome más.
Además, estaba viajando sola, por un país que aunque me sintiera muy segura, tiene sus peligros.
Con todo esto, mi cuerpo dijo:
‘No estás en condiciones de crear vida así que, señora, ¡Apagamos el sistema reproductor!’
Y bueno, como nunca había sido regular, no le di mucha importancia.
Llegué a Chile 7 meses después y TODO había cambiado. Había vivido tantas cosas y quería dedicarme a seguir aprendiendo. Había empezado a entender con la cabeza muchas cosas.
Empecé a tomar formaciones en temas que me interesaban. Entre ellos, tomé el diplomado de Ayurveda de Somos India. El cuarto mes, la Jali (mi profesora) habló con mucha seriedad y claridad de lo importante que es el ciclo menstrual, que no es normal no tenerlo y es algo que revisar. Mientras estudiaba Ayurveda, aprendía cómo funciona el cuerpo humano y distintos indicadores de salud. Por ejemplo, ir al baño todos los días, la forma y el color de tu caca son signos de salud. La escala de bristol muestra las distintas formas que puede tener la caca, siendo el tipo 3 y 4 formas ideales, y el 1-2 indicativos de cierto grado de estreñimiento y sequedad intestinal.
Cuando volví de mi viaje iba al baño todos los días, pero la forma era de tipo 1-2. Además no menstruaba. Sabía que algo andaba mal, pero lo tenía muy normalizado, e inconscientemente creía que si no le daba mucha atención no sería importante y las cosas volverían a estar bien sin esfuerzo. Estas clases me pegaron el cachetazo. Algo no andaba bien con mi sistema, era hora de hacerme cargo.
Así, empecé a ir a ver doctores. Fui a 2 ginecólogos, un médico general y una gastroenteróloga. Una parte de mí seguía tan metida en el paradigma antiguo, que si un doctor veía mis exámenes y me decía que todo estaba bien, podía dejar de preocuparme. Con tal de ir al doctor, podía sentirme tranquila. Entonces fui a una ginecóloga de Integramédica, le dije que no había menstruado en mucho tiempo. Me mandó a hacer muchos exámenes de sangre y una eco. Su diagnóstico: tenía baja vitamina D y ovarios poliquísticos, tenía que tomar anticonceptivos.
Otra parte de mí tenía una claridad muy grande, aunque aún no sabía porqué, sabía que los anticonceptivos no eran la solución, sino, solo una máscara. También sabía que los ovarios poliquísticos son como el diagnóstico psicológico de déficit atencional, el diagnóstico que más dan sin que sea.
Había una parte de mí que siempre ha existido y desconfía de cualquier persona que me diga qué hacer sin importar su experiencia ni sus títulos. Esta parte se daba cuenta de que era evidente que esta persona con un título de doctora no era de confianza.
Muchas personas creen que las pastillas anticonceptivas son la respuesta, que si las tomas, menstruas y tu ciclo está sano. Pero, el sangrado que inducen las pastillas anticonceptivas no es un sangrado menstrual, es un sangrado por deprivación hormonal. Este ocurre porque las pastillas combinadas de estrógeno y progestina se toman durante tres semanas y luego se toma una semana de placebo o se dejan de tomar las pastillas. Durante esa semana, la disminución repentina de hormonas provoca que el revestimiento del útero se desprenda, causando un sangrado similar al de la menstruación. Sin embargo, las pastillas buscan evitar el embarazo, por lo que suprimen la ovulación. Sin ovulación, no hay menstruación. Si bien las pastillas te aportan estrógeno, este es artificial, no hacen que tu cuerpo lo genere naturalmente. Además reemplazan a la hormona progesterona con progestina, que no es idéntica, por lo que pierdes algunos de los beneficios que tiene la progesterona. La medicina convencional se basa en tratar las enfermedades con medicamentos (que muchas veces sí salvan vidas), entonces, si hay ausencia de un sangrado y los exámenes no muestran algo fuera de lo “normal” la mayoría de los ginecólogos simplemente recetará anticonceptivos.
Con mi certeza, le dije que no los tomaría y que me diera una alternativa.
- ‘No hay’.
Si bien tenía el antiguo paradigma impregnado en mí, también tenía las semillas de la certeza de que todas las respuestas están en mí y que sí me podía sanar de forma natural y real.
Paréntesis:
Es innegable que estamos viviendo en un periodo de crisis sistémica a nivel global, en todos los niveles: ecológico, social, económico, político, médico... El antiguo paradigma claramente se está desmoronando y estamos transicionando a uno nuevo que aún no está establecido pero cada vez es más claro como se ve.
Específicamente el paradigma de la medicina - en el cual el doctor es visto como una figura omnisciente que sabe todo de ti mejor que tú, en el que la salud se ve en términos absolutos, sano o enfermo, donde la enfermedad se combate de inmediato con medicamentos y donde hay un remedio para cada dolor y en vez de sentir, tapamos - ya no tiene sentido. Este paradigma delega todo el poder a un experto y considera que las enfermedades ocurren por genética y/o mala suerte, dejando como única solución, la medicación.
En la transición hacia un nuevo paradigma, vamos entendiendo cada vez más que la salud está en las manos de cada individuo, que nuestro estilo de vida tiene todo que ver con nuestra salud, y que al final nadie sabe mejor que un@ mismo cómo nos sentimos. Sin embargo, reconocemos que existen muchas guías y que los avances de la medicina están ahí para asistirnos. En la transición entendemos que la medicación, en muchos casos, es un salvavidas, pero no siempre es lo primero a lo que hay que acudir. Reconocemos que la medicina convencional ha contribuido a extender nuestra expectativa y calidad de vida, por lo que sus beneficios son innegables. No obstante, es crucial tratar las enfermedades desde sus raíces y no simplemente tapar sus síntomas. Con este entendimiento vamos integrando todas las herramientas en nuestro camino de sanación, nosotr@s vamos al mando de ese camino.
En la transición estamos tomando consciencia de que la salud es un continuo que involucra la armonía de todas nuestras dimensiones. Que nada está separado, ni nuestras relaciones de nuestra espiritualidad, ni de nuestro trabajo, ni de nuestro cuerpo, ni de nuestros pensamientos. Que nuestra salud depende de lo que hagamos día a día y no siempre de la pastilla que tomamos ocasionalmente. Que la enfermedad es un llamado de vuelta a casa, realineando cada ámbito de nuestra vida con quién realmente somos.
En la transición, el antiguo paradigma sigue vivo, pero ya muchas cosas no hacen sentido, y aunque podría sonar más cómodo, la incomodidad que genera la certeza de lo “nuevo” y desconocido es más grande. Para transicionar, hay que atravesar la incomodidad que genera desprendernos de lo que una vez nos cobijó.
Entonces, con mi ida a la doctora vemos la contradicción de creencias que vivían en mí. El viejo paradigma del cual pensaba que ya había salido estaba empezando a desmoronarse y así brotaba la sabiduría de todo lo nuevo que había empezado a tomar protagonismo en mi ser.
Seguí buscando opiniones. Fui a otra doctora que me hizo de todos los exámenes y también:
‘tus hormonas y exámenes se ven saludables, no te tienes que preocupar, hay muchas mujeres que no menstrúan, pero tus hormonas están como las de una joven. Tu tema está en tu cabeza, relájate.’
Cuando sabes que algo anda mal, aunque todos te digan que no te tienes que preocupar, aunque intentes ignorarlo y confiar en los doctores, la preocupación no se va. En algo sí tenía razón la doctora: gran parte de esto sí estaba en mi cabeza y en mi poca capacidad de relajo real.
Por la negligencia de la ginecóloga y la falta de respuestas en la medicina convencional, decidí irme por el camino de las terapias “alternativas” (otro rabbit hole). Así empecé en agosto del 2023 a intentar de todo. Pasé por terapia ayurvédica, acupuntura, naturopatía, registros akáshicos, limpieza de chakras, biodecodificación, huevitos yoni, constelaciones familiares, hasta hubo días en que perdía toda la fe y me sentaba en el Cristo al lado de mi casa a rezarle a quien me escuchara. Aún así mi menstruación no ha vuelto.
En diciembre empecé a consultar a una nutricionista experta en salud hormonal. Ella fue la primera en mencionarme la posibilidad de que tuviera HA. Había oído hablar de esta condición, pero no sabía cómo se diagnosticaba. Me explicó: una de las mayores causas de la HA es el estrés. Cuando tu cuerpo no tiene suficientes nutrientes, cuando no descansas suficiente, haces mucho ejercicio, tienes tendencias restrictivas en tu alimentación, estresas a tu cuerpo y este prioriza usar la energía limitada que tiene para las funciones vitales de tu cuerpo, apagando las menos prioritarias como la reproducción.
MUY resumido: la HA es un problema a nivel neurológico, no ovárico. Para menstruar, el hipotálamo (el operador central de nuestro cerebro) debe enviar un mensaje a la glándula pituitaria indicando que hay suficiente energía para que libere la hormona folículo estimulante (FSH). Esto provoca la producción de estrógeno, que lleva a la liberación de la hormona luteinizante (LH) y a la ovulación, seguido por la liberación de progesterona cuando menstruas.
Si te perdiste en “folículo estimulante”, por ahora basta con entender que el hipotálamo tiene que enviar la señal de que hay suficiente energía para llevar a cabo las distintas funciones del cuerpo para que se liberen las hormonas protagonistas de nuestro ciclo menstrual. Si tu sistema no tiene suficiente energía disponible, el cuerpo es tan sabio que para sobrevivir, el hipotálamo decide priorizar funciones vitales como respirar en vez de la reproducción y así apaga el ciclo menstrual.
Me hacía sentido y a la vez no.
Tengo la suerte de haber nacido con privilegios que me aseguran que mis necesidades básicas estarán cubiertas y nunca quiero olvidar agradecer por eso. He creado mi vida para vivirla de la forma que yo quiero: viajo cuando quiero, soy dueña de mi tiempo, lo manejo cómo quiero, sigo mis intereses y tengo relaciones nutritivas y profundas, gente que amo y me aman. Medito de forma diaria, me muevo, estoy en la naturaleza el 80% del tiempo, comía gran parte del tiempo de forma “limpia”. Hasta los 24 siempre hacía ejercicio intenso como crossfit y rutinas HIIT, pero desde los 26 que solo caminaba, trotaba y hacía yoga, sin forzarme a nada.
La mayoría de las personas que me conocen dirían que soy muy relajada, sana y disciplinada. Y estos dos últimos adjetivos son dos adjetivos característicos de las mujeres que padecemos HA. Esta disciplina y salud tienden a ser tan extremas que se vuelven insanas.
Esto es para decir que por libro, hago todo y más de lo que se recomienda para calmar a nuestro sistema nervioso, y aún así, tengo amenorrea hipotalámica. Por eso me costaba tanto aceptar que lo era. Pero el ciclo menstrual no miente. En este viaje hay algunas frases claves que me han ayudado a resolver el misterio de dónde viene ese stress.
“The only way out is through” (La única manera de salir es atravesándolo)
“Tu menstruación está al otro lado de que hagas eso que te da miedo e incomoda profundamente.”
Lo único que diría que no me ha estado trayendo paz desde hace un tiempo es mi relación con la comida que está directamente ligado con mi imagen corporal. Son temas no menores, de hecho, son aspectos que están presentes toda la vida, porque en esta existencia estoy con mi cuerpo todo el tiempo, y necesito comer para vivir. Me costó reconocerlo pero mi satisfacción con mi imagen corporal estaba demasiado ligada a mi peso. Subir de peso en mi viaje me volvió a traer pensamientos restrictivos y comportamientos más controladores en torno a la comida. Sé lo que es vivir libre de eso porque lo he experimentado, pero al intentar controlar, caí de nuevo en el loop familiar en el que estaba hasta los 24. Gran parte de mi vida transcurrió en un contexto donde se hablaba muuuucho de peso y en una sociedad peso-céntrica que ve lo delgado como sinónimo de salud. Me atrevo a decir que la mayoría de la gente tiene o ha tenido problemas con su imagen corporal y con su dieta. Entonces, no me culpo por tener una visión distorsionada, pero sí me estoy responsabilizando de solucionarla.
En esencia lo que se necesita para sanar la amenorrea hipotalámica es reconectar con tus ritmos y las señales de tu cuerpo, osea es un trabajo de alinear cada ámbito de tu vida con tu ritmo natural. El Hypothalamus Amenorrhea Society plantea que la solución es: comer alimentos nutritivos (y no) en gran cantidad y frecuencia, descansar y no hacer ejercicio.
Lo que me ha dado miedo e incomodado desde enero que empecé a investigar todo sobre la HA, es comer más y con más frecuencia. Reconocer esto no ha sido fácil. Sumado a que no debería hacer ejercicio, es muy difícil. Todo lo que la sociedad valora porque supuestamente genera salud —comer poco, llenarse de verduras, preferir lo light, no comer carne, no comer lácteos, hacer ayuno intermitente, hacer ejercicio y ser productivo— es exactamente lo contrario a lo que tengo que hacer. No me costó dejar el ejercicio, estoy aprendiendo a descansar, pero ahora por fin estoy viendo claramente las formas en que evitaba comer más. Si bien desde enero como mucho más, recién ahora estoy entendiendo la cantidad de comida que realmente necesito.
La enfermedad es una oportunidad para regresar a casa, a nosotr@s mism@s. Nos muestra que algo en nosotr@s no está alineado. He sufrido con esto y he vivido mucha frustración, miedo, enojo y desesperanza. He dudado mucho de que pueda resolverlo. Pero también confieso que han habido momentos en que he pensado: “Todavía no siento la paz que quiero tener alrededor de la comida y mi cuerpo, qué regalo que para menstruar tengo que resolver eso.” En el fondo de todo sé que es la oportunidad de vivir una vida más en paz y alineada.
A raíz de esto he aprendido tanto. He sido forzada a hacer las cosas más simples y casi absurdas que pasaba por alto: por ejemplo, no hacer nada, literalmente sentarme a hacer nada. Si nunca lo has hecho, por favor date 5 minutos de tu día y hazlo. También a ser muy consciente de desde dónde hago lo que hago, ¿desde un deber ser? ¿desde el querer controlar mi apariencia? ¿desde la exigencia? Si es cualquiera de estas razones entonces no es el camino. Todo esto merece todo un artículo más.
Hay muchas mujeres que viven evidentemente estresadas, con 3 trabajos, hijos, estudian y súmale mucho más y aún menstrúan. Hay mujeres que hacen el triple de ejercicio que yo, viven con bulimia, pesan menos que yo y aún menstrúan. Hay tantas mujeres (y personas) que viven la vida a dieta. Hay tanta gente que prioriza su imagen corporal ante todo. Hay de todo tipo de casos. El estrés afecta a distintas personas de distintas formas. Lo menos estresante del mundo puede ser lo más estresante para alguien más.
A mí me tocó somatizar de esta forma. Mis comportamientos controladores, avalados y normalizados por una sociedad enferma en vías de recuperación que ve la disciplina, el esfuerzo y el sacrificio como pilares del éxito, hicieron que se cortara mi menstruación. Esto es de las experiencias más difíciles por las que he pasado pero en mis momentos más enraizada, lo veo como un regalo que me obliga a despojarme de todo lo que no soy. Me lleva en un viaje a concientizar las mil formas en que sigue viviendo el antiguo paradigma en mí, para ver cómo se desmorona y me va dejando desnuda con solo lo que soy: un alma aventurera y gozadora, en un cuerpo humano que me permite experimentar la vida, con una mente misteriosa e intrigante que puedo programar de la forma que quiera para colaborar con mi cuerpo y alma, en un planeta con miles de seres únicos e irrepetibles.
Sé que cuando le tiro preguntas al universo, de alguna forma me responde. En Febrero le pedí que me diera respuestas, ¿qué hago para sanarme?
Unos días más tarde me crucé con el Hypothalamus Amenorrea Society, una comunidad de cientos de mujeres que también tienen HA, liderado por tres coaches que han pasado por lo mismo que yo. Nunca me sentí tan validada, vista y comprendida como en ese grupo. Leer los pensamientos, los desafíos, las experiencias de personas viviendo lo mismo que yo en su propia realidad me hizo ver que no estoy sola y que hay salida.
Comparto mi proceso porque ha sido todo un camino de confrontar mis creencias más limitantes y ver de qué formas el mismo patriarcado que tanto he criticado vive en mí.
Como es adentro es afuera.
Para salir de ese paradigma es esencial hacer una deconstrucción.
Comments